1. Mira a tus alumnos y alumnas con buenos ojos
¿Verdad que tratamos a las personas que nos caen bien de una forma
diferente a las demás? Somos más comprensivos, nos enfadamos con más
dificultad, somos más pacientes... Nadie te obliga a "amar" la
resolución de los problemas y conflictos de tu alumnado, pero si logras
desarrollar una actitiud de disposición y agrado hacia ellos y ellas, contribuirás a minimizar sus comportamientos infantiles y el número de incidencias del aula.
2. Mensajes "yo"
Este mensaje es muy conocido: enseña a tu alumnado a usar mensajes "yo" y úsalos tú. Por ejemplo, "me siento triste cuando...", "me siento confusa cuando...".
Evita una "escalada" dentro de las discusiones y te pone en sintonía
con tus emociones y las de tu interlocutor/a, dando una vía constructiva y empática para dialogar y cambiar de conducta, argumentando y sin imponer ni juzgar.
3. Escucha activa
A menudo, los niños y niñas solo quieren llamar la atención para
reclamar aquella que no reciben en su casa: si un niño o una niña
provoca problemas continuamente, dale la oportunidad de decir lo que piensa - sin que resulte insistente - y, posiblemente, su conducta empezará a mejorar.
Emplear técnicas de escucha activa demuestra a tu alumnado que realmente te importa oir lo que te dicen: reitera lo que te han dicho (¡Cuidado! ¡No lo hagas con los adultos y adultas: notarán que es un "truco"!). De este modo, también practican para trabajar en sus problemas y conflictos, aprendiendo a expresarlos adecuada y claramente.
4. Estilo de resolución de conflictos
Si eres una persona tímida y reservada e intentas resolver un conflicto
en el aula de un modo fuerte, brusco, tu intento va a resultar hueco, poco convincente, sobreactuado, impostado. ¿Cuáles son tus puntos fuertes y débiles?
5. Fija un "zona tranquila"
Dependiendo de la edad, podríamos poner ahí lápices para colorear, bolas
antiestrés... Tener esa zona envía un mensaje muy importante a los/as
estudiantes: la ira es una emoción aceptable y, sencillamente, hay que saber manejarla adecuadamente.
6. Adelántate
Debemos estar atentos/as a situaciones potencialmente "peligrosas" y adelantarnos, abordando el tema con antelación para tratarlo antes de que se produzca y lograr evitarlo.
Es mucho más fácil, por ejemplo, explicarles que van a tener que
compartir un juguete en clase antes de que se produzca una discusión por
compartir un juguete que sermonear sobre las bondades de la generosidad y la solidaridad tras la pelea.
7. Cuenta hasta 10
Si te enfadas, detente y tómate tu tiempo: respira y cuenta hasta 10. Por supuesto, no pongas en peligro tu puesto de trabajo. Mantén la calma
8. Dilo con una sonrisa
Hay un consejo muy viejo: "los maestros y las maestras no deben sonreir hasta Navidad", si quieren que los /as estudiantes se tomen en serio su clase. ¡Espeluznante!
Obviamente, depende de la persona, depende del aula y depende de muchas
cosas, pero un/a docente sonriente contagia, bajo condiciones
"normales", su sonrisa.
9. Un buen clima
Ya hemos hablado muchas veces de la importancia de un buen clima de aula: es, incluso, absurdo, porque el buen clima es todo. Si hay buen clima, los conflictos se resuelven de un modo civilizado. En realidad, hay que empezar por intentar crear un ambiente lo más pacífico posible: eso implica, también, una estética cálida.
10. Que lleguen a la respuesta por sí mismos/as
Es mejor guiarles hacia aquello que quiero que aprendan y se deN cuenta ellos/as solos/as de la "lección" que decirles "Te estás portando mal". Las preguntas sutiles serán tu timón.
11. Salir fuera de clase
Camina lentamente hacia la puerta, para que todos/as
tus alumnos/as puedan percatarse, y llama al alumno o alumna suavemente.
Fuera del aula, explícale la situación: "Parece que hoy hay algunos problemas, ¿Cómo podemos evitar eso?". Cuando regreséis al aula, sonríe y dale las gracias en voz alta, delante de sus compañeros y compañeras.
12. Coherencia
Esto no es un truco, ni un consejo, ni una estrategia: es una
obviaedad. La única forma de asegurar el respeto hacia ti, como docente,
es siendo coherente en la forma de resolver las disputas. Tu
alumnado recuerda tus estrategias, las observa y genera estrategias si
ve que vas dando bandazos y eres poco consistente en este aspecto.
13. La hora de tutoría sirve para algo
Los/as niños/as pueden pasarse el día chivándose y quejándose de sus
compañeras/os si se lo permites; en cambio, en Educación Primaria, los
problemas que no son tal cosa suelen olvidarse de un día para otro. Evitaremos tanto chismorreo si limitamos las quejas comunes a la hora de tutoría.
14. Elogiar y reconocer el éxito en la resolución de conflictos
No caigas en la trampa: tu alumnado NO puede pensar que los conflictos no existen. Lo que ha de hacerse es premiar una resolución exitosa de esos conflictos inevitables elogiando su buena gestión (lo cual es algo, sin duda, muy digno de elogio)
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